A fines del 2017 conocimos en Santiago de Chile a Patty Guzman y Daniel Quiróz, una pareja mexicana que estaba de visita en nuestro país enseñando técnicas tradicionales de tejido y bordado. Nos transmitieron el conocimiento del tejido en telar de cintura a todas nosotras y desde ahí en adelante no hemos parado de tejer y de profundizar los conocimientos y experimentar con esta técnica ancestral.
Antes de irse nos dejaron la invitación hecha para que como agrupación fuéramos parte del 5to Festival Anual de Textiles a realizarse en Ciudad de México el mes de mayo de 2018.
Con mucho entusiasmo realizamos actividades que nos permitieron juntar los fondos para auto financiarnos el viaje.
En el Festival tuvimos oportunidad de conocer artesanas y artesanos de diversas partes de México y de distintos orígenes étnicos pero con una cualidad en común: el textil.
Paralelamente recibimos dos invitaciones más, una para realizar un taller en el espacio LATIR, Laboratorio dedicado al impulso y desarrollo de proyectos transdisciplinares en la intersección entre las artes, la antropología, el diseño, las ciencias; y otra para representar a Chile en una exposición en conjunto con artesan@s de México y Perú, organizada por el colectivo Tercera Piel, que se llevó a cabo en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo en Cuidad de México.
Aprovechando nuestro viaje a esas tierras
del norte de América decidimos ir también a Oaxaca a visitar a Mayra Contreras,
joven diseñadora mexicana a quién conocimos hace algunos años en nuestro viaje
a Trelew Argentina. Ella nos abrió las puertas de su casa en Teotitlán del
Valle y su familia nos acogió con mucho cariño. Gracias a sus gestiones
vistamos cooperativas de artesa@s, talleres, museos y “tianguis” donde se
vendía artesanías en tejidos, cestería, madera, entre otras.
Aprendimos a hacer tortillas de maíz y comimos muchos “elotes”.
Para finalizar nuestro periplo bajamos hasta Chiapas junto a Patty Guzman, descendiente Tzeltal, quien nos invitó a casa de su familia en Pactetón, Tenejapa. Gracias a ella conocimos a Virginia, a las mujeres de la Cooperativa CompaLucha y a Rosita quienes nos transmitieron nuevas formas de tejer en telar de cintura y aunque no hablábamos el mismo idioma logramos conectarnos y entendernos mediante el lenguaje del tejido. Nos quedamos agradecidas por el amor y respeto hacia este oficio que para muchas de ellas es un arma de lucha e independencia.